El sistema penitenciario chileno se encuentra prácticamente colapsado. Sumado a la sobrepoblación evidente y de publico conocimiento, donde es habitual ver que algunas cárceles se han transformado en territorios donde el Estado realmente no llega. Una paradoja, que el lugar donde se expresa de forma más evidente el poder inquisitivo y represivo del Estado, se ha transformado en la práctica en símbolo de un Estado fallido. Hoy Boric busca abordar un tema que tantos otros han intentado o anunciado. Solo el tiempo dirá si realmente logra impactos.  

Para evitar el intercambio de datos, ingreso a redes sociales o sitios de intercambio comercial, bancos, etc, los países más desarrollados han implementado en las cárceles o recintos penitenciarios, bloqueadores o inhibidores de señal telefónica, que son dispositivos que producen la interferencia de una comunicación.
En nuestro país el gobierno ha anunciado que se buscará implementar esta solución frente al aumento de extranjeros en las cárceles de nuestro país y frente a las nuevos tipos de delitos que avanzan en nuestro territorio, como el secuestro, estafas, sicariato, etc, que se planean desde los centros de reclusión del país.

Según el destacado medio nacional CiperChile, «más de 500 investigaciones penales que se abrieron contra gendarmes entre 2014 y 2021 por corrupción y narcotráfico», lo que debelaría el gravísimo problema de corrupción que puede estar aparejado a la relación límite entre funcionarios del Estado y el crimen organziado. Como acostumbra Ciper, en dicha nota se agregan otros contundentes antecedentes que grafican esta crisis institucional. 

La idea de Boric no es nueva. Sin embargo, para su implementación se requieren normativas y tecnologías especiales, de manera de no interferir con las señales aledañas a los recintos penitenciarios, dejando el uso de los bloqueadores o jammers sólo para el ámbito carcelario. Esto permite reducir los delitos de estafa y también, entre otros, combatir la planeación de crímenes desde las cárceles, el tráfico de teléfonos celulares o comunicaciones extorsivas.
Son miles los chilenos que esperan que estas y otras medidas, disminuyan los índices de inseguridad que tiene atrapado al país desde que gobierna el Presidente Boric. Si bien es cierto la inseguridad no es culpa de este Gobierno, es más, es un fenómeno mundial, si ha sucedido que los índices han aumentado considerablemente en estos últimos meses. Esperemos se concrete esta medida y no quede solamente en una idea. Las buenas ideas tienen muchos padres, las malas ideas son huérfanas.